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Breve historia de la Morfopsicología

 

                                             

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                         

 

 

 

 

 

 

 

 

                                            

 

     Si bien el concepto de “Morfopsicología” nace a partir de su fundador- Louis Corman- desde la más remota antigüedad se ha sabido que existen relaciones recíprocas entre las formas del rostro, la personalidad y conducta, la inteligencia y las aptitudes. Entre los egipcios, caldeos, romanos y hasta en la antigua China ya se hallaban los denominados “lectores de caras”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     

 

 

 

   En la Antigüedad el hombre era visto siempre desde una visión sintética, como un “todo global”, e integrado en la naturaleza. Para llegar al conocimiento del ser humano, se  tendió a reducir la infinita diversidad de los individuos a unos pocos “tipos humanos”, con rasgos comunes, basándose en el intento de objetivar el conocimiento de lo humano en una ciencia de “caracteres” o “tipos”.

 

     En la medicina de Hipócrates (y Galeno), con su Doctrina de los cuatro temperamentos, se establecieron cuatro distintos tipos (nervioso/melancólico, bilioso/colérico, sanguíneo y linfático). Hipócrates afirmó que los pensamientos, las ideas y los sentimientos –que, según él, se originan en el cerebro– pueden influir en la curación y en la evolución de la enfermedad. Hoy día Annie Marquier, entre otros, demuestra que todos los aspectos posibles de la curación parten de la salud del corazón, que es nuestro “cerebro principal”, basándose en la actual física cuántica.

 

     La Doctrina de los tipos planetarios vinculó la vida de los hombres con el movimiento de los planetas y estipuló una caracterización facial con un carácter. Esta tipología, a pesar de que aporta elementos de conocimiento muy interesantes, resulta insuficiente para entender la realidad astrológica de la persona (dado que sólo se refiere a los denominados planetas personales), y es ampliada por este centro con los avances de la astrología actual.

   

     En los tiempos modernos, poco a poco se fue perdiendo esta visión del carácter sintético de la naturaleza humana. Siguiendo las enseñanzas de Descartes, se llegó, en pro de una mayor claridad científica, a separar el hombre de la mayor parte de sus condicionamientos vitales. El hombre es separado de la naturaleza para estudiarlo aislado, a la vez que se fractura su estudio (el alma para la psicología y el cuerpo para biólogos y médicos).

 

     Progresivamente se perdía la visión sintética del hombre, para pasar a ser estudiado como la suma de sus partes.

 

     Dentro de este pensamiento sobrevino la intención de elaborar una caracterología científica, sistemática. René Le Senne (Francia, 1882 -1954) fue uno de sus máximos exponentes, siguiendo los trabajos de Corneille Heymans (Bélgica, 1892-1968). En esta visión, la persona que queremos estudiar necesariamente tiene que encajar en un carácter bien definido. En la caracterología de Heymans-Le Senne se desarrollan tres conceptos principales: la emotividad, la actividad y el “efecto”. Siguiendo la tradición del racionalismo francés, todas la acciones del hombre son formuladas y ejecutadas por la razón.

 

     Pero Le Senne también introduce el yo (la “personalidad”), que viene a matizar y a equilibrar la estructura tan rígida del “carácter”. En la personalidad, Le Senne parece reconocer implícitamente el rol de las necesidades inconscientes en el destino del hombre, aunque no lo mencione con este término.

 

     Freud y el descubrimiento del inconsciente en la configuración de la personalidad fueron un elemento de estudio capital para Corman.

 

     Por primera vez, con el descubrimiento de la ley de retracción y dilatación del médico lionés Claude Sigaud, se estableció una relación precisa entre la forma y la función. Sigaud parte de la distinción entre personas gordas (que Sigaud demonina “dilatadas”) y personas delgadas (“retraídas”) y de que a estas se les corresponden procesos de defensa distintos hacia las agresiones del mundo exterior. Las formas de cualquier ser vivo en un ambiente hostil suelen ser más estrechas y, en cambio, son generosas en un ambiente favorable, según la sensibilidad del cuerpo. Los retraídos son hipersensibles, con reacciones de defensa fuertes que les lleva a rechazar, retrayéndose, los elementos del ambiente que siente como nocivos. En el otro extremo se encuentran los dilatados, que son hiposensibles, con reacciones de defensa mediocres, lo que les conduce a absorber sin selección los elementos del ambiente, incluso aquellos nocivos.

 

     Jung representó para Corman la intuición de que los condicionamientos biológicos son centrales en la personalidad. También aporta la intuición, que está en la base de la Morfopsicología, de la existencia del instinto de conservación y expansión. Jung escribe sobre las nociones de introversión (interés vital hacia el mundo interior) y extroversión (hacia el mundo exterior) que, aun siendo opuestas, no son estados fijos en una persona sinó que obedecen a “actitudes”.

 

     Además de lo expuesto, Corman aglutinó también los conocimientos de la fisionomía de su época, así como las siguientes leyes, para dar cuerpo a la morfopsicología:  

 

     -La ley del equilibrio y armonía que describió el español Esteve Pujasol (1637) y, más tarde, el italiano A. Di Giovanni (1838-1916)

 

     -La ley de la polaridad del sistema nervioso: receptividad (asténicos) y actividad (esténicos) que estableció el italiano Nicola Pende (1880-1970)

 

 

                                         Luis Corman, fundador de la Morfopsicología

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     

 

 

 

 

 

   Louis Corman (responsable del servicio de psiquatría del hospital Saint-Jacques de Nantes), funda la Morfopsicología el 1937 en su obra “Quinze leçons de morphopsychologie”. Establece una serie de “leyes de la vida” que permiten analizar los trazos de un rostro para deducir, de forma sintética, cómo es la persona con este rostro. Esta aproximación sintética comporta elementos cuantitativos pero también cualitativos, con lo cual se necesita un morfopsicólogo experimentado para poder aprender a realizar la síntesis mencionada, no siendo suficientes las formulaciones teóricas, cuantitativas o medibles.

 

    En esquema, la Morfopsicología según Corman, comprende las siguientes leyes y conocimientos, necesarios para realizar el estudio de un rostro:

  • Ley de la dilatación-retracción.

  • Ley de la tonicidad (y atonía).

  • Ley del equilibrio.

  • Ley de la integración.

  • Ley de la movilidad.

  • Tipos retraídos, reaccionantes y concentrados.

  • Tipos de expansión electiva.

 

    Corman afirmó que la Psicología tradicional había cometido el error de querer separar el alma del cuerpo. Para entender un individuo debemos comprender el punto de vista dinámico del carácter y del cuerpo a lo largo de la vida, colocando siempre en primer término el punto de vista biológico. La noción cardinal de la morfopsicología es que ésta es “dinámica”, dinamismo que tanto se manifiesta en su objeto de estudio como en el método. La herramienta morfopsicológica, por tanto, abarca el estudio de las capacidades y potenciales de la persona, así como sus puntos perfectibles. Para un mejor y profundo conocimiento del proyecto de vida de la persona, para el cual su alma se dotó de esa determinada estructura psicofisiológica, complementamos en nuestro centro con la astrología para desarrollar en profundidad el sentido de vida de dicha estructura, con sus bloqueos y limitaciones, así como cualidades y dones.

 

    Corman se refirió a los instintos que guían el hombre en su adaptación al mundo en la correspondiente ley psicológica de los instintos antagonistas de expansión y retracción.

 

    Citas destacables:

 

   “Las formas llegan a hablar directamente el lenguaje de la Psicología” Louis Corman

 

    “La vida psíquica toma su fuerza de la vida orgánica”

 

    “la ciencia morfopsicológica alía el rigor de las leyes lógicas y la viva movilidad de la intuición.”

 

    Investigaciones posteriores a Corman que consolidan las bases científicas de la morfopsicología

 

     La genética, la biología y la neurociencia están confirmando en los últimos años los hallazgos de la Morfopsicología.

 

     La epigenética demuestra que el rostro es resultado de los genes y de nuestra experiencia vital.

 

     Nuestro cuerpo es la suma del desarrollo de nuestros genes con su manifestación en lo que llamamos el “ambiente”, es decir, como la manifestación de estos genes potenciales se desarrolla o inhibe con lo que experimentamos al largo de nuestra vida, desde el vientre de la madre, e incluso, por lo que hayan vivido las generaciones anteriores. Es la epigenética la parte del estudio de la genética que se dedica a investigar sobre la “memoria vital” de los genes.

 

    El rostro es la parte de nuestro cuerpo que más cambia al largo de nuestra vida, pues es la más suceptible a los cambios más visibles. De ahí que podemos interpretar, de forma dinámica, la evolución de la personalidad a través de sus experiencias vitales.

 

    La genética y epigenética actuales demuestran que la genética tiene primacía sobre el medio, superando las conclusiones de Claude Sigaud mediante su ley de dilatación-retracción. 

 

    Uno de los descubrimientos más interesantes de los últimos tiempos de la neurociencia es el de atribuir al cerebro una capacidad plástica, conocida como neuroplasticidad. Ello significa que durante toda nuestra vida podemos crear nuevas conexiones neuronales. Representa la habilidad infinita del cerebro de cambiar. Nuestros pensamientos pueden cambiar la estructura y función de nuestros cerebros.

 

    Según la embriología, el cerebro creciente va dando forma al rostro, las micromutaciones que se producen durante el neurodesarrollo del cerebro en el seno materno son las que dan formas anómalas del rostro.

 

    Según la neurociencia, el sistema nervioso central, el sistema nervioso periférico, el cerebro y el rostro, están interconectados;  los nervios que van del cerebro al rostro van directos sin pasar por la médula espinal y a mayor capacidad neuronal de cada zona del cerebro, hay mayor capacidad de respuesta siempre que sus interconexiones estén activadas, que es lo mismo que describe la morfopsicología.

 

    El Morfopsicólogo Dr. Julián Gabarre, ha sido la primera persona en publicar una tesis doctoral sobre la Morfopsicología. En Rostro y cerebro: dos caras de una misma realidad (UAB, 2010) aborda las mismas cuestiones establecidas por Corman pero con una metodología científica y moderna, poniendo el énfasis en la triple relación: psicología, cerebro y morfología del rostro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     También observa cómo mediante estudios de electromiografía cerebro-rostro, las emociones se relacionan con un aumento de la actividad eléctrica en la zona media del rostro, pero en distintos puntos según los sujetos estudiados tengan emociones positivas o negativas y el tipo de emoción sentida, detectable con la morfopsicología. Comprende que con estos descubrimientos, podemos interferir a través de la estimulación retrógrada para mejorar los estados de las personas y su conducta, a través del autoconocimiento y de la aceptación. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Contacto:  infomorfopsicologia@gmail.com

                       +56 9 7544 7952

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